El día 15 de este mes la Fotógrafa Penélope publicó en su blog “La vida es un volado” una entrada que titula “Dilman y el arte” y la ilustra con una de sus fotografías captada momentos antes del concierto del grupo OléFunk:
acompañándola con el siguiente texto:
“Cuando estás ahí, en medio del escenario sin nada en movimiento;
cuando aún no ha llegado el público que disfrutará de la magia a la cual te transporta la música,
... hay un silencio que te turba.
Los músicos han terminado sus pruebas , los técnicos dan sus últimos retoques, apenas se oyen palabras, todos son sonidos diferentes, extraños... y luego miras a las gradas y ves ese vacío, un vacío corto en el tiempo , previo a su antónimo, previsible en todos sus aspectos...
Es hermoso ver, sentir, y predecir con emoción,
...lo que llegará después.
Un abrazo, mi estimado maestro de las letras.”
Cuando escribía hace algunos meses una serie de interpretaciones acerca de la transformación del corazón del Zaratustra, la artista Penélope me comentó que vivía un periodo de silencio donde sucedía una busqueda similar “…La Transformación del Corazón, estoy justo en ese punto y quería dedicarte unas de mis fotos preferidas.La hice al amanecer sobre las 6 de la mañana subiendo hacia la Ciudad Perdida de Macchu Picchu y al detenerme justo ahí, delante de esas montañas, toda esa belleza me rodeó para siempre y completó una búsqueda que no hallaba y que ahora persigo con todas mis fuerzas.Lo que detuvo mis manos en ese instante, se quedó en mí para siempre…”
Desde entonces he sido un seguidor de su obra gráfica y escrita porque en ella se manifiesta la efusividad y la emotividad humana cuando se compenetra con el devenir eterno, ella ejemplifica la celebración de la existencia y lo hace desde la fruición del mirar:
Su obra no se detiene en la mera presencia objetual, más bien se esfuerza para correr el velo del fenómeno o su apariencia y dejar desnudas sus estructuras de origen. Intención que apunta siempre a la búsqueda minuciosa de la esencia y de las relaciones espirituales de lo humano y de lo no humano.
Unas veces parte de su trabajo omite el color y se abandona al juego de luces y sombras para invocar la danza del movimiento desde su origen, danza que se vale del negro para decantar las turbulencias y gestualidad del alma.
Otras veces es el éxtasis del juego de los colores primarios al mejor estilo del arte pop para iluminar y llenar de historia tan solo un instante, tan solo un momento como en la primera fotografía y elevar la vida al nivel del más puro gozo.
La transformación del corazón de Penélope ha sido una transformación en la luz y en sus sombras, ha sido un diluirse en la intensidad apasionada del fluir vital y en la entusiasta celebración del color.
Durante el proceso de vida las transformaciones del corazón son distintas, una vez que una de ellas haya alcanzado la dicha, qué difícil es que sea de otra manera.