miércoles, 12 de noviembre de 2008


En este cuadro tenemos un fondo negro donde se superponen los elementos de una naturaleza de colores grisáceos y completamente domeñados, entremezclados con unas frutas, estas sí coloridas al igual que el logotipo alusivo a una marca de fábrica de alimentos enlatados. Debemos recordar que el origen de los alimentos enlatados se da para asistir las raciones alimenticias de los soldados en campaña de guerra, luego este sistema pasa a ser usado para agilizar los procesos de alimentación de los crecientes ejércitos de obreros y oficinistas empleados en la explosión industrial de post guerra. Este proceso contribuye a desarrollar ingenierías tales como la de conservación de alimentos que emplean entre otros métodos la pasterización y esterilización que evitan la contaminación por la toxina botulínica, varios de esos procesos se basan en la utilización de vaporizadores. También observamos el símbolo del reciclaje cuya proporción en las dimensiones del cuadro es mínima, expresando con claridad que en los métodos de administración este tema no es relevante. Otro signo de gran importancia que aparece en el centro y en la base de esta obra, son los códigos de barras que serán los temas de los últimos tres cuadros de esta serie.

Aquí la artista recurre de nuevo a la sugerencia como método pictórico de pintar sin pintar; dentro del cuadro hay una presencia latente de un tarro de conserva de frutas que apretuja a la misma naturaleza ya de por sí regulada y sometida dentro de la misma lata del producto.

Siguiendo con el juego de palabras se lee dentro de la obra “Del Mono NATURA” pero entre mono y natura hay una sílaba: fu, lo que da la posibilidad de leer “del mono futura”. Este sarcasmo se relaciona con la segunda herida narcisista que Ch. Darwin le infligiera a la humanidad con la teoría de la evolución al negar la creación divina de lo humano, y afirmando por el contrario su origen animal desde el mono. La tercera herida la hace el Doctor Freud al demostrar que no es la conciencia la que rige nuestra conducta sino la inconciencia. La primera herida narcisista radica en el descubrimiento de que la tierra no es el centro del universo sino tan sólo un punto más en él. Sin duda la intención de Natasha Mc Iver es recalcar que desde nuestro origen, pasando por el presente y oteando el futuro a pesar de los despliegues tecnológicos no somos en el fondo otra cosa que el mismo mono gravitando en un mismo centro: en el EGO.

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