martes, 25 de noviembre de 2008

Tres Esculturas de Aquiles Jiménez

En este aparte comentaré tres obras de uno de los grandes escultores de Latinoamérica, el costarricense Aquiles Jiménez radicado en Barva de Heredia. En esta dirección de su página web http://www.aquilessculptor.com/ se encuentra todo su perfil como artista y poeta, también parte de su obra. Invito además a ver el video de Mayela Rodrí­guez en esta dirección http://lamuestra16.com/reproductor.php?id=D014 que se relaciona directamente con el tema de las obras que comento.
Montaña y su sueño de vuelo

Esta obra aparece por primera en la III bienal de escultura que se celebró en el año 2 mil tres en el Museo de los Niños de San José de Costa Rica. Pocas veces los aficionados al arte podemos asistir a un logro maestro donde se da con sencillez y suma claridad el diálogo íntimo entre lo humano y la inteligencia de la materia, en este caso, entre el artista escultor y la naturaleza amenazada. Aquí Aquiles Jiménez capta la luz en la cabeza basáltica de un ser cuya mirada daviniana no sólo nos escruta e increpa sino que nos revela inocencia y ternura, es la mirada de la mariposa o el murciélago moribundos en este acelerado cambio climático, o en una de las tantas deforestaciones donde se construirán mas y mas complejos habitacionales sin respeto a la naturaleza. Es la mirada inocente de lapas y monos en su momento de supervivencia detrás de las rejas de las jaulas; es la mirada de la araña y la serpiente que huyen a ninguna parte del filo mecanizado del acero, y el frío y decisivo cálculo matemático de la arquitectura irresponsable y depredadora de la superficie de la montaña, representado en esta obra por los colores grises de la base a modo de edificio colosal, y los colores ocres erosionados de una especie de alas sin plumas, que canalizan toda la energía de la escultura en sus perfiles superiores hacia los ojos que hacen de punto de tensión y relación poética con la luz, con la perpetuidad y la infinitud hieráticas enfrentadas a nuestra mortalidad.

Esta obra nos señala la oportunidad a todos y a cada uno, de replantear nuestra ignorante relación de oponentes y depredadores de la naturaleza. Esa mirada metafórica de la obra de Aquiles Jiménez nos coloca a modo de advertencia en un espacio dramático de combate que no hemos querido ver; nosotros como Goliat y la inocente pero no impotente naturaleza como el David de Miguel Angel con su proyectil elemental: ¡Un pequeño pedazo de piedra! El resto de la historia es de todos bastante conocida.

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