lunes, 3 de noviembre de 2008

American Paint

“No basta tan solo con decir o escribir que he superado la problemática del arte. Hay que haberlo hecho realmente. Yo lo he hecho. Para mí la pintura ya no está en conexión con el ojo actual: está en conexión con la única cosa en nosotros que no nos pertenece: con nuestra VIDA.”
Y. Klein

Llega la noche y desaparece el horizonte o lo que queda de él. En la noche hay todavía miedos ancestrales ya que los humanos eran más vulnerables ante las fieras y grupos enemigos. La falta de luz hacía invisibles muchos peligros y la capacidad de respuesta se reducía considerablemente. Con el dominio del fuego, de la luz y el calor artificial, se posterga un poco las actividades y las seguridades alcanzadas durante el día. Los instrumentos materiales y espirituales usados para modelar la luz del día se aletargan para modelar la sustancia de la noche, la visión deja su protagonismo y los demás sentidos deben reemplazarla, ahora hay que navegar y bucear en un océano infinito de oscuridad, la gruesa línea de diferenciación entre nosotros y lo otro, entre el cielo y la tierra se desvanece y un sentimiento de inseguridad y de desconfianza nos sustenta, los instintos se agudizan. Pero durante el día hay instrumentos espirituales nacidos de la capacidad de inventiva que dan resultados, que son efectivos, y así como para llenar lo desconocido del firmamento se recurre al antropomorfismo, la noche se llena de seres fantásticos amigos y enemigos, con los cuales se pueden hacer alianzas o guerras encarnizadas, con los cuales se negocia, se dialoga, o se danza mediante los rituales donde la música y la evocación pictórica o escultórica son medios esenciales para la modelación, para la plastificación de lo desconocido.

Uno de los fundamentos de la publicidad es ligar ese sentimiento de seguridad, de confianza con el producto ofertado, en el día y en la noche. Hasta hace algunos años todavía la noche estaba poblada por fantasmas y seres míticos que asustaban, o hacían travesuras. Con la aparición de las grandes luces publicitarias que invaden todos los rincones, en la noche surge un horizonte seductor que espanta los fantasmas, pero crea otros, repite siempre como una oración o un sutra, compra, compra, compra, no necesitas crear nada, todo está dado, preocúpate solo por comprar, si no compras no serás feliz, no estarás seguro, serás un fracaso, no podrás ser amado ni podrás amar, compra, compra, compra…

En este cuadro la artista ilustra una situación en la que nuestro peso ya no se apoya en la firmeza del suelo y en la que nuestra mirada a perdido el punto de referencia en la línea del horizonte tradicional. En las ciudades, durante el día o en la noche, en el campo o en el mar ya el horizonte es un anuncio de un producto tangible o intangible. Ese es el punto de apoyo del ser actual, ser o no ser equivale a consumir o no consumir. La pintora machaca con esta obra, la repetición de la cuadrícula como espíritu de la dinámica social, y siempre en diagonal, esta geometría de comportamiento se convierte en el círculo vicioso que no da lugar a escapatorias a no ser que sean garantes de su regeneración constante y diaria. El mito del eterno retorno de lo mismo ó a lo mismo es aquí desnudado. Y lo refrenda con la última frase de la canción de la propaganda “definitivamente…/ hoy es…/ american paint. Pero deja impreso el sarcasmo de leer entre líneas: finit de “de-finit-ivamente” y lo resalta con dorado; en idioma francés, sería acabado; y amén con las que rematan las oraciones y rezos religiosos, igual se puede entrever en la misma palabra “definitiv-amen-te”. En la última oración se esfuerza para que se lea “american pain” ya que la “t” de paint se marca con otro color, pain significa dolor.

Con esto Natasha Mc Iver mediante el arte de la pintura logra saltar de esa “conexión del ojo actual” y se conecta a esa única cosa que no nos pertenece: con nuestra vida. Porque en el arte es donde con facilidad se deja de lado el hablar y actuar en primera persona, así tenga que hacerlo. Las obras de arte tienen una existencia propia que escapa incluso a las manos de su propio creador. La historia está nutrida de obras anónimas. Ellas son patrimonio de la vida cultural de un país, de la humanidad, de un segmento de la historia, esto muchos y sobre todo, da pena decirlo, muchos artistas no son concientes de ello, y caen en una especie de autohumillación y de autodepreciación que solo beneficia monetariamente a los comerciantes de arte. El arte es el escenario donde se juegan los valores estéticos de la humanidad.
Termino este comentario haciendo notar que en las acciones de guerra durante toda la historia uno de los objetivos militares son las obras de arte, la persecución o compra de los artistas por una parte ó la quema y el saqueo del patrimonio cultural por otra de los territorios invadidos o conquistados es una de las principales operaciones de un ataque bélico.

No hay comentarios: