sábado, 20 de diciembre de 2008

Mujeres del Viento

Comentario primero

Pies de un Cristo en la catedral de Mónaco. Foto de Francisco J. López. Visto en www.ojodigital.com/foro/interiores-esculturas...


“Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad” N. Armstrong.


“El mundo es profundo Y más profundo de lo que el día ha pensado. Profundo es su dolor, El placer - es más profundo aún que el sufrimiento: El dolor dice: ¡Pasa! Mas todo placer quiere eternidad, -¡Quiere profunda, profunda eternidad!»
Así hablaba Zarathustra.



Tarde Cálida
La exploración artística de Adrián Gómez es rica en símbolos sencillos, sencillez que parte desde los pies de la existencia. Su obra es un ejemplo claro de la función estética y es “más profunda de lo que el día ha pensado”.
En el desarrollo del espíritu de la humanidad los pies han marcado momentos especiales, desde que los homínidos y homínidas se pusieron de pié y dejaron huellas de sus pies descalzos, pasando por el talón de Aquiles y los pies del Crucificado sellados con un clavo de hierro que cierra y oprime toda la amplitud de la tierra y del cielo, hasta la primera huella masculina calzada de la civilización fuera del planeta, que vuelve abrir el firmamento.
Cuando el hombre despierta en el mundo tiene una inconmensurable fuente de expresión plástica, que empieza en los primeros trazos de las cavernas como marcas y manifestaciones de los espíritus o mensajes de sus dioses imberbes. Luego la estética es reglamentada, academizada y sometida bajo el brazo del poder de dioses coléricos para decidir quién es bello, quien es bueno y quien dice la verdad. El gusto es manejado y administrado como se gobierna un imperio, hasta hoy.
Nunca antes nuestros artistas han tenido como ahora un abanico tan amplio de expresión técnica y espiritual. Tienen todo para ser los niños felices que amarán de nuevo la tierra.
Este artista no recurre a fórmulas complejas, sólo se descalza en un escenario desde la pureza de la blancura, para convocar todas las energías en un instante de recogimiento, de eternidad. Toda la energía del cuadro "Tarde Cálida" llega y parte con sus luces y con sus sombras a y desde el contacto de los dedos grandes de los pies. Este acto es de suma trascendencia en la vida de cada uno de nosotros y del universo porque en él se llega a El Silencio.
Según algunos físicos matemáticos el origen del universo parte desde un instante ausente de luz y en silencio absoluto. En los momentos de los nacimientos antes de que las criaturas lloren hay un instante de silencio y de respiración contenida. Luego de muchos ensayos en el momento de empezar las obras musicales las orquestas sinfónicas y el público se sumergen en un instante de silencio. Antes de que la pintura toque por primera vez el lienzo hay un momento corto y a la vez eterno de silencio. Gran parte de los creyentes cuando empiezan sus oraciones juntan las manos para silenciar su cuerpo y su espíritu.
Durante todos y cada uno de los días de nuestra existencia entera, el silencio, de la forma más natural y abundante llama a nuestra puerta, pero nunca le prestamos atención. En el silencio llegamos a los estados de plena libertad porque son los momentos cúspides donde decidimos en todo momento si tomar la senda del infierno o del cielo, la mayoría toma la senda contraria al cielo, somos pocos los que en él vivimos, somos pocos los que afirmamos la “¡profunda, profunda eternidad del placer!” y todavía menos quienes viven más allá, más allá del cielo y del infierno, más allá del bien y el mal.
Este cuadro nos pone justo en ese instante, los dedos de los pies juntos son una apertura e integración total de los elementos del universo. Tierra, universo y ser humano son de nuevo UNO.

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