NOCHE INTERIOR
Mármol gris, año 2000
Mármol gris, año 2000
Nuestra cultura demoniza la oscuridad, todas las armaduras y seguridades que se visten durante el día se ablandan en la noche, es aquí donde las fuerzas indomables del alma estrujan con ímpetu la frágil barca con la que surcamos los océanos de la luz. La noche es el medio propicio para que los monstruos domados en el día se despierten y se sacudan en sus jaulas hasta romper las barras que los aprisionan.
Nuestra tradición asocia la noche con la maldad, con las bajas pasiones, con los vicios, con la brujería y los vampiros, con lo clandestino y con el crimen:
Nuestra tradición asocia la noche con la maldad, con las bajas pasiones, con los vicios, con la brujería y los vampiros, con lo clandestino y con el crimen:
“Ven, noche espesa, y envuélvete en el humo más oscuro del infierno para que mi puñal no vea la herida que hace ni el cielo asome por el manto de las sombras gritando ‘alto, alto!’ ”.
Así invoca Lady Macbeth los espíritus malignos antes de que su marido asesine el rey que hospeda a la pareja.
Ha sido la práctica religiosa mediante rituales quien ha sacado mayor partido a los estados del alma en la noche y ha sido en este terreno donde la filosofía occidental ha estructurado el gusto de la humanidad durante más de dos mil años; identificando lo maldito y lo satánico con la noche y lo bendito y lo divino con el día. Lo malo es la oscuridad y lo bueno es la luz.
Café de noche. Interior (Arlés 1888)
Van Gogh le escribe a su hermano Theo: “En mi cuadro Café de noche he intentado expresar que el café es un lugar en el que uno puede arruinarse, volverse loco, cometer un crimen. Finalmente he buscado, a través de los contrastes entre el rosa suave y rojo sangre y vino, los verdes claros Luis XV y Veronés en contrastes con los verdes amarillentos y verdes azulados duros, crear una atmósfera de horno infernal, de azufre desvaído, para poder expresar el poder de las tinieblas en un tabernucho” Café de noche. Interior (Arlés 1888)
En la serie “noche”, Aquiles Jiménez se sumerge en la aventura de la oscuridad del basalto puro y como un pescador de perlas vivifica el “silencio del sol poniente” con un mármol blanco y otro rosa, se cuelga de en un “rayo de luna” y vuela sobre la corola de una “estrella fugaz” o se embebe con regocijo felino en un “reflejo de estrella”.
Con la escultura “Noche interior”, el artista modela y talla la noche antes que la piedra. Decir “noche interior” es haber asumido la noche, ser la misma noche, no evitarla ni escaparse de ella; significa convertirse en los sentidos de la noche y que su espíritu fluya a través de los pálpitos del escultor. Es un trance nocturno que exige primero un máximo de valentía y luego una inocencia total para que las fases de la noche despunten.
Esta escultura es una prueba de purificación espiritual, es una bendición del artista a este estado de liberación del alma donde las metáforas florecen entre los elementos nocturnos y la geometría viva de los seres en un único aliento.
No maldice la noche sino que la reverencia mediante la poesía del volumen y las atmósferas del mármol. Sus misterios se vierten para la celebración en el vaso de una larga luna en cuarto creciente mientras su calendario se sostiene en el corazón del murciélago y sus eclipses en la boca del pez.
Es una exhortación a no dormir la vida en la noche sino por el contrario a despertarla, y con este despertar despertarse de un largo sueño de siglos de antiestética y vivir con vida en lo vivo del universo y no sentirlo como un amasijo de cosas muertas.
“Es de noche: a esta hora hablan más fuerte todos los manantiales. Y también mi alma es un manantial. Es de noche: sólo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y también mi alma es la canción de un amante. Hay en mí algo insatisfecho, algo insaciable, que quiere hablar. Hay en mí un ansia de amor, que habla asimismo el lenguaje del amor.”
F.Nietzschet.
Reflejo de estrellas
Rayo de luna
Estrella fugaz
Silencio del sol poniente
2 comentarios:
ES en la noche interior donde somos más ciertos...
Va un abrazo, Dilman.
Publicar un comentario